Noviembre 2012
Una de las principales transformaciones económicas en la historia del capitalismo consistió en el desarrollo y posterior consolidación, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, de estructuras de mercado incompatibles con el esquema competitivo tradicional. Estas formas ‘impuras’ de competencia, cuya propagación a una multitud de ramas centrales de la producción fue de la mano de las profundas revoluciones tecnológicas del último siglo, implicaron nuevos desafíos teóricos en las más variadas corrientes de pensamiento económico.
Dentro del campo del pensamiento económico heterodoxo, en particular aquel inspirado en la tradición marxista, esos profundos cambios redundaron en la conformación de una línea teórica que reconoce como piedras basales a R. Hilferding, autor de “El Capital Financiero” (1910) y a Lenin, fundamentalmente por su obra “Imperialismo, fase superior del capitalismo”. Sin embargo, recién en el tercer cuarto del siglo XX se retoma la necesidad de sistematizar el planteo esbozado en aquellas obras, con ‘El Capital Monopolista’ de P. Baran y P. Sweezy (en adelante ByS). Este trabajo, publicado en 1966, origina un profundo debate acerca de las consecuencias teóricas del proceso de monopolización (u oligopolización) registrado en las principales ramas de la industria moderna y, en particular, sobre la cuestión de hasta qué punto aquel proceso conlleva la necesidad de reexaminar las leyes generales de movimiento de la acumulación de capital. En torno a este planteo se fueron desarrollando investigaciones teóricas y empíricas por un heterogéneo conjunto de economistas marxistas y heterodoxos en general, tanto en apoyo a las tesis descriptas, como en pos de su rechazo. Los debates entre uno y otro ‘bando’, tuvieron como escenario las principales revistas de economía heterodoxa y crítica. Entre quienes desarrollaron investigaciones afines a las tesis de ByS, se destacan los trabajos de H. J. Sherman (1968), H. Braverman (1975), K. Cowling y R. Sugden (1987), P. Sweezy y H. Magdoff (1992). Mientras que entre los críticos más leídos, luego agrupados bajo el mote de ‘fundamentalistas’, se encuentran J. Clifton (1977), W. Semmler (1982), A. Dutt (1987), A. Shaikh (1990), G. Dumenil y D. Levy (1987), y D. Guerrero (2005), entre otros.
Entendemos que es imposible exagerar la relevancia de esta problemática, no sólo por el hecho de que la discusión sigue abierta sino porque mediante las nuevas formas de la acumulación de capital en su unidad mundial, esta controversia continúa representando uno de los ejes principales en torno a los cuales gira el proceso actual de desarrollo de la acción política consciente de la clase obrera y, por tanto, de la lucha de clases.
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lustración: The Rising of the Usurpers and the Sinking of the Liberties of the People, por Thomas Nast, 1889.
